Acepta el obsequio de mi historia
por abarcar en un abrazo
todos mis confines.
Llévate, amor,
y resucítala,
aquella edad preñada por la aurora:
el sobresalto del beso inesperado,
la caricia atrevida y también tímida,
la locura de vivir sólo el instante.
Vístete de la sonrisa del ayer,
esculpida por dulces arrebatos,
guarda mis llantos y silencios
que los otros
jamás han comprendido.
Mis versos torpes
que al viento con guitarras
recitaba,
inmune a los dogmas estrictos de un estilo.
Llévate junto a mi hoy
todo lo que soy y lo que he sido.
Porque en un segundo
eternamente aquietado,
has logrado beber
todo el misterio
que yace en el ámbar donde miras.
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