Inclinada como orante
en el altar del universo,
elevo con la cítara del cielo
un canto de tenaz anhelo.
más aún cuando el violáceo grito de la pena,
- aguijón de las distancias-
intente cubrir y enceguecer
el azul de un amor incorruptible.
Ser el cántaro que guarda
para ti un sinfín de estrellas,
erigiendo un firmamento
de paz y azahares a tus ojos.
Ser regazo de agua clara
en ondas de voz y de ternura
-nacidas para amarte-.
abarcando las delicias
y el misterio sagrado de tu nombre.
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