Después
de tantos cansinos nubarrones, como abanicos de un renacido amanecer, van
abriéndose los pétalos del agua.
Flores de los adentros como plumas suspendidas y libres en los espacios aterciopelados del amor. Ningún temor ni angustia las altera. Soy su guardiana y jardinera.
Traslúcidos pétalos que dejaron atrás los tiempos opacos de las estériles ilusiones, que beben en sus siluetas al sol de la transformación para que no haya deseos ni expectativas que lastimen esta quietud, hoy conquistada.
Mis flores que de la lágrima del desaliento se engendraron pero fue el timón de la entereza el que sabiamente viró y las devolvió a la matriz fecunda de mi alma. Siguiendo la Luz, esa amada Luz de la que también soy fiel.
En ritmo pausado y dulce se unirán al mar de mis venas, alimentando así a los ojos que poco a poco se van vistiendo del color de las gardenias.
Flores de los adentros como plumas suspendidas y libres en los espacios aterciopelados del amor. Ningún temor ni angustia las altera. Soy su guardiana y jardinera.
Traslúcidos pétalos que dejaron atrás los tiempos opacos de las estériles ilusiones, que beben en sus siluetas al sol de la transformación para que no haya deseos ni expectativas que lastimen esta quietud, hoy conquistada.
Mis flores que de la lágrima del desaliento se engendraron pero fue el timón de la entereza el que sabiamente viró y las devolvió a la matriz fecunda de mi alma. Siguiendo la Luz, esa amada Luz de la que también soy fiel.
En ritmo pausado y dulce se unirán al mar de mis venas, alimentando así a los ojos que poco a poco se van vistiendo del color de las gardenias.
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