Fue en el camino hacia los filósofos,
a orillas de nuestro amado Neckar,
donde el pensar de a dos
se tornó admiración al nous,
a la verdad,
al logos.
Ojos de glicina y roble,
ojos mutuos de fascinación.
Cánticos sellando el embrujo
donde nos reconocimos
amantes, guardianes del amor.
Tu
cálida voz,
hizo crecer mis alas
allí, en las alturas.
Aquí, en la memoria
amatoria,
es sempiterna sinfonía.
Heidelberg
y los versos de Goethe:
“Herz ,mein Herz was soll das geben”
bordados por siglos
en mi corazón.
Traducción: " Corazón, mi corazón ¿ qué debo darte?"
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