Hice mías las estrías de la tierra, para llorarte en sequedad de adiós.
Peiné el trigal de mustias odas y los cántaros vacíos de esperanza,
se ajaron en sed de sol.
Retuve el aire de los besos en cofres eternos de nostalgias.
Y la hiedra de tus manos en mis lunas de deseos,
no pudo sobrevivir a las ausencias.
Manantial de numen, tu alborada,
en el suspiro errante de mis versos.
Ahora vuelve la estrella a dibujar su rumbo.
Eclipsada en el pasado, también anclé tu alma a mis sollozos.
¡Abro mis brazos, amor! Suelto y libero las amarras
que debilitaron tus pasos, en esta canción
por siglos, donde has sido mi vida y mi inspiración.
Te amaré mejor. Te amaré integrado a la alegría.
En la aurora fértil de cada signo existencial,
sabrá a violetas mi renovada voz.
Y seguiré buscando las perlas misteriosas del amor,
ahora sin ti como templo donde oré mi desolación.
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