Antes
que el amanecer de la materia
se
haga maduro ocaso
- pero
siempre enamorado-,
concédeme
el baile de las rosas.
Rendido
pétalo por la cercanía
de tus manos y tus pasos,
en el
embrujo donde quedan obnubilados,
mi
pulso y mis pupilas.
La
fragancia de tus nubes
en el
horizonte de los labios.
Baile
del corazón en el jardín de las sublimes esencias.
Dimensión
de dos.
Secretos
en susurros
que se
revelan.
Llamada
a vivir el cenit de los sentidos
y a
disipar las lágrimas de amor,
por
todas las esperas.
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