Contemplo entre las alas de las hojas
esa sinfonía de atardeceres,
ese matiz de luz
que como candil perenne
me llevará, quedando absorta,
a mi
corazón-sagrario.
Quiero honrarle con el himno
de las lágrimas más sabias y hermosas;
escribir en el nido silencioso
donde la esperanza fue derrota,
un verso con ribetes de luna
para mí sola.
Amar a mi
corazón
y regarlo en profundidad de diálogo,
abrigo, comprensión y miel
hasta que vuelva a nacer la rosa.
Esbozar para él
un paisaje de luciérnagas
en mi presente de renovado aire,
sin espinas ni memoria.
Y dejar que viertan esos aleteos,
serenidad,
cual
cántaro de paz
en la
tierra sedienta de mis ojos.
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