domingo, febrero 03, 2013

A los pies de un nogal, las hojas del amor...



Calladas y trémulas quedaron las palabras de nuestro otoño de amor sobre un tiempo ahora helado y detenido.

¿Será benévolo ese viento que un día avivó el fuego de nuestras voces y las ansias para no dejar que las hojas donde el verbo tanto amó- antes del verbo, el alma- se desvanezcan en ocres de sal y olvido?

Arremolinadas a los pies de un nogal donde sellamos una promesa de eternidad en el sentir, ahora las hojas son rimas de transparentes lágrimas.


¿Cómo es posible esta lejanía, cuando antes se enlazaban nuestras almas como olas de un mismo mar?

¡Qué lacerante puede ser la palabra, habiendo sido concebida en cielos de gaviotas, cuando se lee ahora pálida y la nada la reviste!

Dejé mi sangre en esas hojas, amor. Dejé que en el pulso que guió mis primaveras, tuvieras la veracidad de mis latidos, eternos y comprometidos a tus soles. Bebí con absoluta inocencia tu dorado sentimiento de amor en versos de golondrinas y lo hice mío.

Caen tristes sobre el regazo del nogal las ausencias de tu voz mientras mis ojos de bosques por ti amanecidos, te siguen amando. Mientras mi alma sigue cautiva y rendida al fulgor inagotable de tu palabra.


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