sábado, septiembre 29, 2012

Nívea rosa


Un entregado piano, testigo de nuestra tarde,
fue el portal de luz donde las mariposas
en alto vuelo, tejieron encajes de amor
para nuestro cielo.

Hablaron los ojos
-arcoiris de deseos y secretos-,
y contestaron las voces excelsas de las auras.
Fundidas desde el extravío de los siglos
pero allí, más tangibles,
en la danza de los círculos azules
y la frescura de las magnolias.


Sonrisas temblorosas que dejaron escapar
bandadas de ternura, mientras las manos
recrearon los rostros desdibujados
 en tiempos de distancias.

Labios en el reino inmortal del beso.

Almas vestidas por el crepúsculo
con el granate de los mil abrazos,
de los susurros vueltos mantras
para continuar con valor los caminos.

Y la mutua lágrima que contuvo un :“Vuelve
 pronto a mí, amor”,
es la nívea rosa que nos mantiene vivos.






2 comentarios:

Joaquín Galán dijo...

Tiene este poema todos los elementos para que se le pueda calificar como un poema romántico.Pero no con el significado actual de la palabra,sino con el espíritu del auténtico romanticismo,de aquel que destruyó infinidad de almas y rompió muchos corazones en la Europa del siglo XIX cuando ser romántico no era una moda sino una forma de vida.
Piano,rosa,magnolias,auras,extravío,reino inmortal,crepúsculo o susurro...son palabras extraídas
del mismísimo espíritu romántico del XIX.Y para guinda,el "Claro de Luna" de Beethoven...uffff...Demasiado para un romántico irrecuperable como yo.
Me ha encantado Filan.

Abrazos.

Carmela Viñas dijo...

Agradezco mucho tan bello comentario al poema, Jerónimo!Un lujo siemre tu presencia en mis versos. Y que coincidamos como poetas en la concepción del romanticismo como una manera peculiar y tan honda de ver la vida.
No se cura el romanticismo, pero es una enfermedad maravillosa ...!
Un beso.