jueves, diciembre 29, 2011
El Oráculo
De rodillas, con las manos en el chakra del corazón, pregunté al oráculo acerca del amor humano. Una cascada de silencios abrió el diálogo con Dios.
El viento de la claridad abrió el pergamino, donde estaban las señales en un sánscrito legible:
*Conócete tanto, dedicando un ocio griego a tu alma, como para poder expresar al otro tus propias miserias, con valentía.
*Recorre los misterios del otro, consciente a la vez, de los tuyos.
*Si te disuelves tanto en el dar, es porque olvidaste que tu luz también tiene que brillar. Un nosotros no es la muerte de una parte, sino la combinación de dos yoes íntegros. No hay medias partes, sino un Todo en cada uno.
*Deja que las aguas mansas fluyan sin precipitarlas con la impaciencia y el egoísmo, hacia tu orilla.
*No por recibir todos los halagos, se es mejor amado. Porque detrás de la lisonja, hay un interés por sobresalir.
*Sé tan claro que hasta puedas ver reflejada tu alma en el río de las sinceridades. Porque una verdad silenciada, es una espada de cobardía al amor.
*Sé libre en la decisión al amar. Allí afuera puede haber un sinfín de voces atrayentes que mendiguen amor. Un amor compasivo o bajo presión, es doble daño para ti mismo y para el otro.
*Procura que tu lágrima no muestre el cristal de la lástima. Porque se llora para crecer, se llora para evolucionar, para confrontarse con las propias sombras y desde el heroísmo sin gloria ni fama, derribarlas.
*No te olvides del cielo. En las altas nubes hay miles de verdades inscritas que intentan encontrarse con tus ojos.
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