Se abren los ojos de la noche a lo apacible del misterio, al subumbir de las odiseas mortales, al amor que ya no espera, que rehúye de un andar entre lavandas. Sin embargo, perfuma con su eco la herida solitaria.
Noche-cuna, noche-tumba, noche de silencios dialogados. Sinfonía en los latidos.
Noche de meigas, noche de ángeles. Noche nupcial, inmaculada.
Noche infinitamente cómplice de miedos, de destinos impíos. de lágrimas consoladas por los besos.
La tarde se tiñó de malva con la brisa de un suspiro profundo. Y todo el aire del amor secreto fue la pluma que escribió sobre un latido frágil, un inmortal " te quiero".
Jamás volvió a verlo, pero quedó grabada la escritura en los adentros más sensibles de su cuerpo.
Al donar el corazón, esas palabras se leyeron con asombro en la sala de cirugía.
( Microrrelato incluido en mi libro " Entre Luciérnagas")
Quiero compartir contigo la alegría de haber publicado mi segundo libro titulado "Entre luciérnagas".
Nació la idea en tiempos de plena pandemia y se publicó en marzo del 2021.
La mayoría de estos cuentos no se encuentran en mi blog.
Escribir es dar alas al alma y también, desear que esa voz de los adentros llegue a los demás. Porque nos unen los mismos temas existenciales, siendo personal la manera de vivirlos.
El libro lo ha publicado Amazon y está en formato papel y formato Kindle.
Gracias por leer estas líneas y si te decides a leerlo, no dejes de contarme qué te ha parecido el libro. Me encantará esa interacción con el lector/a y disfrutar de tus impresiones y reflexiones.
Cruza en vuelo las cimas del cielo con tu mejor
sonrisa, con la paz que mereces. Ya no duele la materia, ya cesó tu sufrimiento.
No te suelto.
Mi alma está contigo, allá donde vayas.
Y te imagino contándome cómo es ese camino de
lirios y de ángeles, de puentes de amor y de bondades.
¡Cuánto para pintar en ese lienzo eterno…! ¡Cuánto
para descansar y ser feliz junto al Maestro!
Vivimos años de inmensa alegría, de charlas
trascendentales y de sueños sin límites. Teníamos la complicidad de esas amigas
que con sólo mirarse, ya se entendían. Ambas guardianas de nuestros niños,
ambas creativas, donde aquel cuadro tuyo de dos manos en actitud de rezo y mis
versos, se convirtió en nuestro mejor sello.
Te sigo llorando como cuando te lloré a solas
porque intuí que te ibas pero ahora te
sé serena y con luz de estrella.
Pudimos vernos con el corazón y abrazarnos un día
donde no existieron las coincidencias. ¡Qué paz nos dejó ese encuentro! Lo arregló
Dios para las dos. Con eso me quedo.
Nunca pensé que hallaría otra alma similar a la mía, al
quedar extasiada como yo, ante los paisajes celtas. Aunque, desde entonces y sin tu canción de lavandas,
no he vuelto a descifrar el mensaje ulterior del verde y de las rocas. Pero no
me quejo. Es así como se vive un gran amor en esta tierra: intenso en todos sus matices, vital y sensible
a la vez porque llora, conmovido, ante la trascendental belleza. Y es obsequio absoluto de los mismos dioses que precisa
ser bien resguardado de la envidia de los otros.
Ningún atardecer fue tan inmensamente rojo como aquel donde
se tocaron nuestras auras. Ni este mar que sigue azul y que me trae, sin cesar
y sin buscarlo, la pleamar constante de tus ojos.
Éramos, en nuestros caminos solos antes del todo, dos
espíritus celtas. Pero se potenció el resplandor plateado de las albas al
amarnos, al buscarnos como aves que únicamente pueden vivir la libertad, si en
esos vuelos nuestros, las alas van juntas.
Nos convertimos en aire, en lumbres de la noche cual
luciérnagas, al susurrarle al amor y revestirnos de un destello en
transparencias.
Tus abrazos nobles, tatuados aún hoy en mi piel para
cubrirme de amor yprotección frente a
los lobos. Caricias de fuego y agua. Tus manos como nidos de luz que sigo
amando. Misterio infinito en la fuente de nuestros labios. Delicias de silencios
recitados en el iris de las complicidades.
Dejamos pasos sobre la hierba de los sueños, buscando un
vértice en el tiempo que nos apartara del mundo para seguir creando con la
música del corazón, nuevas auroras. Tuvimos coraje en precipicios, en aludes
que hablaban de imposibles tras las oscuras lunas. Pero la fuerza del latir
hizo el milagro de avanzar en la profundidad y rescatar la esencia de sabernos
uno, en ese entonces sublime de
fragancias, en este ahora de probada valentía y en la eternidad.
Ya pueden marcharse los otoños y caer en lágrimas las hojas,
pero jamás perece la memoria del amar en el corazón, habiendo amado tanto.No sé ni quiero despedirte en mí porque
entonces, moriría también mi verso, morada de sal donde intacto está tu nombre.
He puesto mi tienda de campaña en una estrella. Es mi sitio
celta preferido para proseguir con mis ilusiones serenas y mis pasos de
esperanza. Desde allí, en oración de amor eterno, sigo celebrando la alegría de
tus latidos, aunque estén lejanos. Desde allí, intuyo tu voz de sauce azul y te bendigo.