Ángeles muy humanos.
Están entre nosotros.
Siguen a la Luz porque son Luz.
Ejemplos de dignidad
a imitar.
No son llamativos. Callan sus lágrimas y desvelos para no
preocupar a los demás. Saben cómo luchar en la vida sin desmoronarse.
Por su honestidad, son presas de engaños, mentiras y estafas pero la justicia acaba estando a su
favor, siempre.
Pacíficos pero nada negligentes. Cuando se enfadan la
cobardía de los perversos, huye.
Heroicos con un corazón que destella verdades.
Incorruptibles, magnánimos, profundos. Místicos en la
espiritualidad.
Consuelan sin notoriedad. Abrazan sin pedir nada a cambio.
Guardianes, defensores de las causas más nobles. Sin
dobleces.
Aman sin condiciones. Viven en los jardines de la humildad y
de la ternura.
Suelen tener una vida solitaria pero la viven con mucha
alegría. Si son bendecidos con el amor, lo dan absolutamente todo y son muy
fieles. Son bellos sin artificios y no creen ni en adulaciones ni en el halago
que engrandece al ego. Saber amar íntegramente al otro sin anteponer
necesidades propias.
Imprescindible es poder reconocerlos porque han estado desde
todos los tiempos y las eras para que de su mano, evolucionemos.
Inolvidables, celestiales, puros.
Eternos.
Sin ellos esta Tierra deambularía a oscuras.
2 comentarios:
Hay angeles sin alas, anonimos, pero siempre atentos en procura de servir, si hay angeles, solo que casi toddo el tiempo no los queremos ver, magnifico, mil abrazos
Gracias por tus palabras, Carlos Alberto!
Sí, menos mal que hay ángeles para que creamos en la verdad, el bien y el amor esencial.
Abrazos.
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