Por la hiedra del honor y la caballerosidad, asciende Lancelot al cielo de Ginebra.
Dama de azahar, suspiros y sueños. Reina cautiva, redimida por los lazos del amor.
El yelmo de la valentía besa la indefensión de la dulce amada.
Lancelot en la encrucijada más atroz: su valor vencido por el arrullo de una musa real y la obediencia al rey de reinos, Arturo.
Rescate de los sueños más certeros, de los silencios que besan las miradas. Sus miradas de cántaro y anhelos.
Alba nueva que restablece el equilibrio, por la hazaña de un jinete enamorado.
Y de su corazón, laúd abatido por una cuerda prohibida, emergen fuentes de heladas lágrimas.