Acordes de lila y sándalo en el laúd de esta estación nuestra siempre florecida a nuestros ojos de ónix y ámbar. Nunca morirán los sones de las dulces caricias en susurros de agua.
Inventaré un peldaño más en la atemporalidad de lo eterno, por resultarme aún breve el amarte sin siglos. Eres la morada que he buscado incansablemente para hacer del verbo, unión y permanencia.
Soñar y repetir ese renacer en el celeste de tus besos y bendecida por tu aliento que me nombra, volverme una y otra vez, para ti, cuna de estrellas y sosiego. Tu voz, ese lucero de miel que me alimenta.
Dejaré un inmaculada gardenia en las puertas del edén que nos aguarda. Símbolo de una primavera de soles que engarzó dos versos de límpido amor en esta tierra.