http://www.youtube.com/watch?v=45rmSAMo_Ig
La lejanía de la tierra que me dio el cantar,
un día de lluvia amarga, quebró mi latir.
Busqué la fuente del consuelo
en el abanico azul de la mar.
Mar de alivio, mar de confesiones-
y aprendizajes.
Pero gritaban mis venas
por la ausencia de ríos de amor,
en la sequedad de un espacio
extraño, que me aislaba
y me mostraba mi orfandad de raíces.
El ensimismamiento fue la cárcel
autoimpuesta,que no me dejaba apreciar
a inmensidad de unos cielos abiertos,
-los mismos cielos que me vieron crecer
bajo la higuera del hogar-.
Y tuvo que ser un periplo inesperado
por el aullido maternal,
el origen de una verdad implorada:
la unión de las riberas del corazón,
sin escisión. Dos paisajes integrados
en mi sendero existencial.
Rosario de cordilleras y estepas en mi secreta oración.
No sangrar más lo que dejé al partir,
- sin embargo fluir en la emoción-,
porque en mí al fin conviven,
el gorrión y el bandoneón,
junto al clavel y la alondra.
Un triunfo desde la sed
imperiosa, por alcanzar mi paz.
