Escalo las cimas de tu voz lumínica
que deshiela mis horas vacuas
de andar a ciegas,
perdida entre la espuma
al nombrarte en islas de noches
con la soledad encadenada a los abismos.
¡Sol del amor en tus labios, ya resucitado!
Anido en el edén de tus abrazos
y se marcha el temblor de la lágrima,
de las eras, de los siglos oscuros
cuando buscaba mi regreso
a la patria noble de tus ojos que me amansan,
a la simbiosis de dos auras.
¡Himno selecto de nuestras esencias!
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