Entre las hebras del viento
se asoman como duendes
los guiños de los gráciles recuerdos.
Tibieza y luz de infancia,
rosal de amaneceres en casa,
canciones tejidas de algodón
con mi tímida guitarra.
Un suspiro de pétalos
perfumando mi diario.
Y con él y la rosa,
mi primer verso
enamorado.
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