Soy la ópera en mi nombre.
Sucesivas melodías de amores ahorcados por el
árbol de las distancias.
Clavel incomprensiblemente subyugante que muere
en su canto sordo poco a poco, al declinar la tarde.
Infortunio del destino de ser beso dormido que
no puede ser resucitado ni amanece.
Me visto de heroicidad y bajo el telón de las
ilusiones vanas.
Me llevo la danza de los vientos en mis ojos-
ahora estrellas fulgurantes-, los ramos coloridos de caricias en mis
manos - bosques reverdecidos-, el diluvio sagrado de mis lágrimas,- ahora
manantiales cristalinos-.
Dolor fecundo, muerte asumida del clavel que
hará brotar un rojo jazmín sobre la tierra.
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