Me deslizo por las ondas suaves de la noche donde mi voz es cántaro de nieve.
Liviana de quebrantos. Etérea, ausente de contornos.
Ya fueron faro mis pupilas para un navegante extraviado. Ahora quiero ser mi propio viento.
Volátil pluma que se posa en la rama sensible de un anhelo.
Un noctámbulo soplo de luz diminuta que busca acariciar, afanosamente, el iris bondadoso del universo.
Sin nombre ni pasado, escalar con el sonido de la tierra adentro hacia el brillo gozoso de una estrella.
Una prosa transparente, etérea, que te transporta hasta el reino de lo espiritual y te separa por instantes de lo vulgar, de lo material de este mundo.
ResponderEliminarPrecioso Carmela. Leerte es siempre una inyección de belleza para el espíritu.
Me gustó mucho igualmente el tema musical, muy acorde con el texto.
Un fuerte abrazo, querida amiga.
Bellísimo!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias siempre por tu hermosa huella en este espacio, Jerónimo!
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado este nocturno que huye de la materia para hacerse eco de silencios junto al universo.
Abrazos.
Gracias, Adriana!
ResponderEliminarAbrazos.