Parecía un ser celeste, con manos delicadas armando un ramo
de flores silvestres. Sentada bajo la sombra de un fresno, entonaba melodías
que jamás había escuchado, anteriormente.
—Disculpe, señora: ¿ el camino a la felicidad es por aquí?
No sé, creo que ando un poco perdida . ¡Son tantos que no sé cuál escoger!
—El camino a la felicidad son tus propias elecciones. Te
ayuda a hallarlo tu guía —dijo la dulce anciana.
—¡No tengo ningún guía ni mapas ni brújula—expresé
sorprendida.
—Sí lo tienes. Escúchalo al atardecer. Está dentro de ti.
—Bueno, no entiendo mucho pero gracias de todas maneras. Por
cierto, esa canción que estaba cantando antes me parece preciosa.
—Ah, ésa…! Sí es mi canción particular de la felicidad.
También tú encontrarás la tuya.
—Eso espero. Gracias. Me pondré en marcha.
—¡Suerte!
¡Por dónde empezar, Dios mío…! Tomaré el de la derecha.
Los colores son melancólicos. Árboles y flores del mismo
tono violáceo. Bello pero me duele una parte del alma al transitarlo. Se oyen
riachuelos a lo lejos. Son lágrimas, lo intuyo. De las ramas de un sauce
cuelgan versos mustios, palabras que suenan huecas. Fueron falsas promesas,
fueron besos ahora muertos. No prosigo este camino. Cae la tarde. Sí, ahora lo
escucho a mi guía. Me ayuda a detener mis pasos.
Amanecer. Nuevo sendero. Colores vivos. Juegan niños alrededor
de una gran piedra. Es cuarzo rosa. ¡Me atrae esa luz!. Crecen margaritas bajo
mis pies. No es un sueño, no es quimera. Es inicio como la canción de Secret
Garden “Song for a New beginning”. Mi
melodía de la felicidad al fin encontrada que ya no suelto.
El sol se recuesta sobre las altas montañas. Acampo en este
valle de eterna primavera.
Haré un fuego y con mi maestro interior miraremos las
estrellas. ¡Hay tanto de qué conversar…!
La felicidad se siente como paz. No tiene artificios. Es
callada cuando es real. Permanece si hay quietud en los adentros, lejos de las
altas mareas donde los sentimientos del
ayer, se ahogaban en lamentos. Es consciencia de lo que se es, amando cada
partícula imperfecta. Es sonrisa que se hace una con el viento. No depende de
nada ni de nadie sino de uno mismo.
Una soledad puede ser feliz si es creativa, si medita para
luego abrirse a los demás. El amor también está ahí.
Felicidad es este instante. El ahora que me muestra todo lo que recorrí para llegar hasta aquí.
Gratitud para seguir abriendo caminos, desde esta
elección del nuevo presente.Todos los derechos reservados
Echaba de menos esa forma tuya de expresar los sentimientos y las ideas, con esa delicadeza y esa ternura que sin duda nace de haber sabido encontrar el camino correcto a la felicidad.
ResponderEliminarUn placer volver a leerte Carmela.
Y un abrazo
Gracias, Jerónimo!
ResponderEliminarTu paso por mis letras es para mí, un gran regalo!
Los seres humanos complicamos la vida, cuando es más sencillo ser feliz desde el interior, sin depender de nada externo.
Abrazos.