jueves, diciembre 29, 2011
El Oráculo
De rodillas, con las manos en el chakra del corazón, pregunté al oráculo acerca del amor humano. Una cascada de silencios abrió el diálogo con Dios.
El viento de la claridad abrió el pergamino, donde estaban las señales en un sánscrito legible:
*Conócete tanto, dedicando un ocio griego a tu alma, como para poder expresar al otro tus propias miserias, con valentía.
*Recorre los misterios del otro, consciente a la vez, de los tuyos.
*Si te disuelves tanto en el dar, es porque olvidaste que tu luz también tiene que brillar. Un nosotros no es la muerte de una parte, sino la combinación de dos yoes íntegros. No hay medias partes, sino un Todo en cada uno.
*Deja que las aguas mansas fluyan sin precipitarlas con la impaciencia y el egoísmo, hacia tu orilla.
*No por recibir todos los halagos, se es mejor amado. Porque detrás de la lisonja, hay un interés por sobresalir.
*Sé tan claro que hasta puedas ver reflejada tu alma en el río de las sinceridades. Porque una verdad silenciada, es una espada de cobardía al amor.
*Sé libre en la decisión al amar. Allí afuera puede haber un sinfín de voces atrayentes que mendiguen amor. Un amor compasivo o bajo presión, es doble daño para ti mismo y para el otro.
*Procura que tu lágrima no muestre el cristal de la lástima. Porque se llora para crecer, se llora para evolucionar, para confrontarse con las propias sombras y desde el heroísmo sin gloria ni fama, derribarlas.
*No te olvides del cielo. En las altas nubes hay miles de verdades inscritas que intentan encontrarse con tus ojos.
viernes, diciembre 16, 2011
Mi primer verso...
Entre las hebras del viento
se asoman como duendes
los guiños de los gráciles recuerdos.
Tibieza y luz de infancia,
rosal de amaneceres en casa,
canciones tejidas de algodón
con mi tímida guitarra.
Un suspiro de pétalos
perfumando mi diario.
Y con él y la rosa,
mi primer verso
enamorado.
jueves, diciembre 15, 2011
Busco parajes profundos...
En el deleite de este silencio sacro,
donde mi alma se balancea
como un péndulo,
busco respuestas
mirando al ojo divino
que a su vez, me ve y me ama.
Hallar
nuevas dimensiones trascendentales
del exisitir,
donde las mareas me revelen
mucho más que un mero fluir.
Superponer mis pasos
débilmente firmes,
al recuerdo acuático de un trémulo latir.
¡Tiene que haber en el sustrato del viento
y de los cielos navegantes
parajes profundos
-tengo hambre de misterios-,
sin reminiscencias evocadoras!
Implorar que nuevos rocíos
sin historia,
broten como aves libres
sin pronunciar nombre.
Pero,
a pesar de estos intentos
por escaparme de las rías
envolventes del amor,
vuelvo una y otra vez
a hilvanar la orilla con el beso,
a versar, silente,
acerca de mis bosques semiocultos
y despiertos.
jueves, diciembre 08, 2011
Astrolabio
Hallado en medio de un diluvio interno
el astrolabio,
en el vértice de las mudas huellas,
-las que mi alma dejó como indicios
en la arena imborrable de mil siglos,-
redirijo mi timón
hacia la gnosis de mis estrellas.
Viaje inacabado
hasta comprender
con valentía y victoria,
con penas de karmas
que aquí debo disolver,
el propio trazado estelar
que en fragancias divinas,
guía mis pies.
Misión de navegante es,
el no huir ante las noches
de dudas. Orfandad aparente
de lunas.
Fuego de dragones inventados
para desviar el camino de lo Uno.
Vence y vencerá
de un modo indefectible,
la sagrada inmanencia
del ser, del que soy fiel.
domingo, diciembre 04, 2011
Mi árbol en la plata de un tango
“Porque me muero si me quedo, pero me muero si me voy. Por todo y a pesar de todo, mi amor, yo quiero vivir en vos.”
María Elena Walsh
Morí muchas veces en ese corte abrupto del cordón umbilical, ese que me alimentaba de guitarras, de abrazos sin partida. Tú, mi nido de estrellas: mi añorada Argentina.
Te vi entre jacarandás, ríos, montes. Paisajes que superpuse a los volcanes para fundirme en la caricia del viento y los aromas de tu canción, que es también mi voz.
Hasta llegar a convivir con un yo ventrílocuo Me mandó lejos la vida, encima me dio dos carnet de identidad. ¡Vaya desafío para la búsqueda del yo!
Pongo la música de Merceditas. Quiero consolarme bajo su poncho de amor. Dejar de anclarme mentalmente en lo que pude haber sido o hecho, si mis pies hubieran estado arraigados, compartiendo el mismo humus con el ombú.
Dos mundos en un compás extremo de latidos. Dos mundos que amo porque uno es el pilar de lo que soy. Y el otro, la proyección.
Planté un árbol en la plata de un tango. Lo riego cada día. Son mis raíces y las hojas, mi hogar, mis escenarios de infancia, mis añoranzas.
Y es el folklore de una tierra bendecida por cordillera, lagos, punas, selvas, pampa que me hace soñar, al creer que nunca me he ido, que siempre he estado en todos sus recodos y caminos.
Y es el entusiasmo de la gente, la pasión por desvelar el entramado de la vida, con sus glorias y altibajos, que atrapa mi ser y me hace espejo. Porque también en soledad, río, amo, sufro muero con un mate al que le hablo con el “vos” y con una melancolía que tiene por nombre el desgarro.