Seguí la huella que la tarde
preñada de brío y amapolas,
dejaba en sutil manto
sobre el iris sabio del tiempo.
Y me subyugó ese cántico
embelesado de amor
que entonaron junto
al río, los amados.
Un sueño, tal vez un espejismo,
pero estaba mi alma cual alondra
posada en aquella patria de sus ojos
habitándolo,
amando cada estela de su voz
en mis entrañas.
¡Oh, gozo inmaculado
de verme esculpida por la luz de sus labios!
¡Oh, vida,
que en un segundo enamorado
de divino rubor
resucitas a la lágrima de la desolación!
Y al llanto de los inviernos tristes
y opacos
lo conviertes, en sueño de pasión.
Precioso Filan.
ResponderEliminarMe encantó tu blog.
Besos.
Grumete.
http://luisdelamar.blogspot.com.es/
Muchas Gracias por tan gratísima visita, Grumete!
ResponderEliminarMe alegro mucho que el blog te haya gustado y pasaré a visitar el tuyo!
Besos.