jueves, noviembre 15, 2012

Allí estuve, en las riberas de tu pecho

Leí tu salutación de estrellas
-lloraban de gozo mis suspiros-
y acudí a las riberas de tu pecho.

Estuve allí
en el refugio donde el viento
silba himnos de delicado candor.
Y te vi , siguiendo las huellas tan amadas
de tu voz en mis entrañas.

Me hablaste de una verdad profunda,
tan en sintonía con la de mi corazón:
la de sabernos peregrinos de un camino de amor
inalterable, que no se acaba con la muerte.

Ahora, el eco de la nada por fin
se disuelve, se esfuma y es eterno lirio,
al comprobar que en miríadas de lunas
hemos respirado el mismo amor.

Proseguiría creando a tu lado oasis de caricias,
de silencios maduros bajo el árbol
de nuestra sagrada complicidad.
Pero es tu partida, tu elección,
y al amarte tanto, beso y bendigo tus alas
en este aparente adiós.

La soledad se torna luz de espiritual compañía.


Mis versos ya no sangran
la espina del desamor.




2 comentarios:

  1. Anónimo3:47 p. m.

    Ir al allí y refugiarse en la profundidad de los sentimientos,
    las dos primeras estrofas una preparación para sentir en pro-
    fundidad las huellas de un homenaje, el eco de disoluciones y
    sentir el amor…, como un presagia de anulaciones donde el árbol
    suspira por entrelazar las ramas. Duelo eterno…, silencio para que
    el grito único sea eso: apariencia de adioses unidos por siempre.
    Fabuloso poema que se engalana con un friso de melodía sublime.
    Carlos

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  2. Gracias por dejar el brillo de tus palabras, Carlos!
    Un gran poeta eres para crear tus obras y para comentar versos.
    Duelo eterno es el adiós pero salva a la vez, cuando el amor nunca muere.
    Abrazos.

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