Abonaré la tierra del desapego
consciente en el saber
que desde la renuncia
madura
del todo, sin fatalidad,
el árbol de mi astro
dará sus frutos.
Y pondré animada en su
útero
mi pequeña y diminuta
semilla de luz.
No importa si pasan
lustros,
-es parte del camino-
hasta ver el brote de
mi estrella.
Me haré mejor labriega
de mi propia alma-
terruño.
Y el humus de todos los
aciertos,
extravíos, locuras de
amor
e íntimos versos, darán
vigor
a este embrión
luminario.
El triunfo de esta
cosecha, si me
lo permite la bóveda del
cielo,
será un sólido
resplandor.
Mi única posesión y
pertenencia.
Siembras bonito, y segurísimo que recogeras bonito mi niña!!
ResponderEliminarEs como navegar en un mar de rosas leerte, perfumas el corazón con tanta belleza!!
Besos!!!
Gracias por tus huellas en esta arena poética que ambos compartimos, César!
ResponderEliminarTus poesías son también muy bellas!
Si la empatía entre poeta y lector surge, algo de la palabra en la construcción tan humana por elevarla, permanece.
Son gemas al alma tus comentarios, para seguir en el camino de labrar el verbo.
Besos.
Hola Filan.
ResponderEliminarAcabo de enterarme en Mono que tienes un blog y he venido corriendo...más vale tarde que nunca.
El poema,luminoso.
Seguro que esa semilla de luz dará sus frutos.
Volveré por aquí.
Siempre es un placer encontrar buenos poetas y bellos versos.
Un abrazo.
Qué gran alegría verte en mi blog, Jerónimo!
ResponderEliminarHermosas tus palabras, gracias!
También haré un tour por los blogs de los poetas amigos, entre ellos, tú.
Los comentarios de poetas a nuestros versos son ráfagas de motivación, puesto que todos estamos en la misma línea de hallar el nous de la expresión.
Otro abrazo!