Eterna infancia de sueños que cruzó los mares de los siglos y nos halló con la misma inocencia, -temblor de voz, mansa mirada- y con una intensidad de amar similar al parpadear feliz de las estrellas. Primera mañana de amor, sembrada en el horizonte de perpetuas mañanas. Duendes, atravesando los bosques sempiternos de la reciprocidad, tan buscada. Manos de luz que juegan, rezan, hablan. Sonrisas traviesas y sanas celebrando la vida en el amor, tan amada. A ti este homenaje, desde un recuerdo: Melody Fair. | ||
No hay comentarios:
Publicar un comentario