lunes, junio 23, 2014

Nuestra finitud











A veces el cielo rompe en llantos
y del agua pura de sus ojos
brota un lamento.

No sólo el hombre se entristece,
también en las nubes habita la desolación.

De nuestras manos ciegas huyó la unidad.
Demasiada escisión entre lo alto y la raíz,
entre lo místico y lo meramente terrenal.
¿Sabrá el alma encontrar el camino del Todo
sintiendo la oración de las estrellas
en sus venas y latir?

Hacen falta muchas lágrimas de las alturas
para que comprendamos nuestra finitud
y así despertar un día de esta pesadilla
de creernos los amos de la creación.

Quisiera ahora fundirme y ser nieve
de los Alpes que abrace en hermandad
el corazón aislado de un edelweiss.



lunes, junio 16, 2014

Soy la ópera en mi nombre






Soy la ópera en mi nombre.

Sucesivas melodías de amores ahorcados por el árbol de las distancias.
Clavel incomprensiblemente subyugante que muere en su canto sordo poco a poco, al declinar la tarde.
Infortunio del destino de ser beso dormido que no puede ser resucitado ni amanece.

Me visto de heroicidad y bajo el telón de las ilusiones vanas.

Me llevo la danza de los vientos en mis ojos- ahora estrellas fulgurantes-, los ramos coloridos de caricias en mis manos - bosques reverdecidos-, el diluvio sagrado de mis lágrimas,- ahora manantiales cristalinos-.

Dolor fecundo, muerte asumida del clavel que hará brotar un rojo jazmín sobre la tierra.


sábado, junio 07, 2014

Breve Nocturno en voz baja





Me deslizo por las ondas suaves de la noche donde mi voz es cántaro de nieve.
Liviana de quebrantos. Etérea, ausente de contornos.
Ya fueron faro mis pupilas para un navegante extraviado. Ahora quiero ser mi propio viento.
Volátil pluma que se posa en la rama sensible de un anhelo.
Un noctámbulo soplo de luz diminuta que busca acariciar, afanosamente, el iris bondadoso del universo.
Sin nombre ni pasado, escalar con el sonido de la tierra adentro hacia el brillo gozoso de una estrella.



miércoles, junio 04, 2014

El aliento de la mañana








Aún queda camino
entre el desvelo y la aurora
para despertar los bríos y las calandrias.

¡Oh mañana de prometedor sosiego!

Me recuesto en la seda de tu aura
y aspiro de a poco tu aliento
 vivificante, glorioso en esperanzas.

Sé mi lumbre
en tu aire que no conoce nostalgias.
Sé mi sangre
en tus cielos de fuentes tan claras.

Voz que entretejen tus vientos
-manto de sutil susurro-
adentrándose, eterna,
en la raíz de mi alma.