viernes, enero 03, 2014

La Verdad










Sobre  estas piedras alisadas por el beso de los vientos,
respiré  la angustia y el pavor
de ver escurrirse la verdad entre mis dedos.

¿Estaría en la verdad o el acierto
al perseguir el sueño
de ser gaviota posada en la playa de un olvido?
Temblor primero.
¡No me quiero!

¿Sería justo que la erijamos como absoluto
en tertulias filosóficas
con el fin de gozar las delicias
efímeras de un triunfo?

Temblor segundo.
Nada es nuestro, ni siquiera el atisbo de lucidez
para pensarla.

La verdad reina por sí misma.
Hallada o confiscada,
es bastión incorruptible en medio de tormentas.
Se eleva como estrella diamantina
-el iris del alma puede verla-
en un perpetuo vals de oboes trascendentes.


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