domingo, diciembre 02, 2012

Un lamento...





Era la nada antes del todo, pero era un todo despedido.
Sin presencias, ya no podría subyugarme nuevamente tu voz. Canto incesante de mis olas, cuya espuma ahora reabre una herida.

En las lunas que reflejaron un cielo apagado y lastimero, tú no estabas. Ni estaban los luceros, ni los acordes de tus besos y tu halago.

Lamí en soledad las heridas del invierno, alisé con mi aullido la noche sin fragancias. Hice crecer la rosa de todos los silencios para reafirmarme en las tormentas.
Me quedaban fuerzas para asir los mares y esparcir las alas de los sueños.
Pero llegaste a mi playa aún serena y se fueron las estrellas. Se fue el aire que hilé heroicamente para respirarme a solas.

¿Qué hago ahora, si de tanto amarte y olvidar que fuiste faro, me recuerdas con tu brisa repentina que sigo siendo una barca amarrada a tu latido?

¡No se aviva un recuerdo de amor para dejarlo morir!

Iza tus velas, marinero, que llora el agua este lamento viéndote partir.



2 comentarios:

Joaquín Galán dijo...

Un lamento resignado y sereno ante el despertar de lo que antes fue.
Una prosa que invita a llamar a las puertas de la nostalgia .

Te dejo un abrazo.

Carmela Viñas dijo...

Hermoso comentario de te agradezco infintamente, Jerónimo!
" ..llamar a las puertas de la nostalgia", qué bella y acertada visión de lo que se intentó expresar.

Un abrazo.